A la hora de plantearse la posibilidad de salir de la atmósfera terrestre, tanto para orbitar alrededor de la Tierra como para navegar en el cosmos, se ha de tener siempre presente la fuerza de la gravedad. La gravedad es la fuerza que mantiene la cohesión del universo y la que rige su mecánica. Los vehículos o artefactos que vuelan por el espacio no son ajenos a esta fuerza.
Cuando
el hombre por fin se liberó de la fuerza de la gravedad de la Tierra, el sueño
de viajar a otros planetas se hizo realidad. En la actualidad, con la esperanza
de viajar más rápido a través de la inmensidad del espacio, los científicos
están proponiendo una extraña selección de tecnologías: desde las naves
espaciales que cuentan con velas capaces de captar los rayos láser, a los
motores a propulsión impulsados por una extraña entidad conocida como
anti-materia. Durante el programa también examinaremos la ciencia que se
encuentra tras la extravagante noción conocida con el nombre de warp-drive
(propulsión por curvatura) y una partícula teórica que puede viajar a mayor
velocidad que la luz.
El
hombre desde siempre ha sido un explorador. Desde los tiempos más remotos se
tiene evidencias de su afán por saber más acerca de lo que existía en su
entorno. Más aún, su mirada siempre estuvo dirigida al espacio con la
convicción de que su vida estaba regida de alguna manera por los
acontecimientos celestiales.
Sin
embargo, es en los últimos cinco lustros que el hombre ha intensificado su
investigación del espacio gracias a los satélites y las naves espaciales.
Dentro de estos artefactos, una diversidad de instrumentos miden, registran e
informan acerca de sus hallazgos en el espacio. Un astronauta puede describir
cosas nunca vistas antes.
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